Cobos y Reutemann pueden evitar el estallido social K
Opinión Por Rafael Fano
La sociedad argentina esperaba un cambio de actitud de los Kirchner después de la gran derrota electoral de junio y preveía que la oposición, aún dividida, iba a ponerle freno a tanto atropello a la razón.
Nada de ello ocurrió, lamentablemente para el país, fundamentalmente por dos razones:
1) los Kirchner no aceptaron la derrota y redoblaron la apuesta, 2) la oposición no estuvo a la altura de las circunstancias, para construir un puente sólido que atrajera a los diputados y senadores oficialistas a cruzarlo sin caerse del poder. A tres meses de la derrota electoral nos encontramos que el antiguo Congreso kirchnerista mantiene el número necesario para votar todo tipo de leyes, acentuando la política de confiscación sobre la renta y las propiedades. Además, nos vamos encaminando firme y aceleradamente a una nueva crisis económica y social que nadie quiere volver a vivir, porque no sólo tenemos el recuerdo del nefasto 2001, sino el de muchas otras crisis en nuestro haber, que nos atormentaron y atormentan. Pero el no querer oír hablar de la crisis no la va a solucionar, mucho menos evitar, por aquello de que no hay que esperar resultados diferentes si hacemos lo mismo de siempre.
La crisis es una realidad, avanza, nos afecta todos los días un poquito más y si nadie hace nada, nos atropellará sin piedad aunque luego nos enojemos y gritemos “que se vayan todos” de nuevo.
¿Se puede hacer algo para evitar que la crisis avance y nos conduzca al estallido? Por supuesto que sí. ¿Es fácil? Por supuesto que no.
Hay que trabajar en dos campos muy concretos y urgentemente:
a) el político institucional, b) el económico.
En lo político institucional es fundamental llegar a acuerdos entre las diferentes fuerzas políticas, que garanticen una mayoría parlamentaria amplia que esté dispuesta a frenar a los Kirchner en su alocada obstinación depredadora. Para que ello ocurra, es imprescindible que los dos principales candidatos a presidente que emergieron de la contienda electoral, Julio Cobos y Carlos Reutemann, den el puntapié inicial construyendo una propuesta de acuerdo, amplia y básica, para luego invitar a toda la dirigencia política a sumarse y aportar sus ideas. No es que hay que llamar a una gran comisión que se pase debatiendo durante meses sobra la inmortalidad del cangrejo, como nos encanta a los argentinos en general y a los políticos en particular, sino un acuerdo básico de cinco a diez puntos para evitar el estallido social.
En lo económico, que debería ser un capítulo importante del acuerdo, se impone dar señales positivas a la inversión de todo tipo, es decir a los argentinos y extranjeros en general, de que no se van a permitir más confiscaciones de fondos ni de rentas y que se va a respetar la propiedad privada a capa y espada. Que se van a impulsar leyes, a partir del 10 de diciembre, en ese sentido y que se van a oponer en bloque a cualquier intento de vulnerar la propiedad privada, en estos meses que quedan de kirchnerismo en estado salvaje. El sólo hecho de llegar rápidamente a un acuerdo de este tipo o similar, recrearía un clima de insipiente confianza y esperanza que se iría acrecentando en la medida que se compruebe que en la práctica se avanza en el camino acordado sin fisuras.
Ese nuevo clima volcaría algunas inversiones mínimas como para evitar caer en un estallido social al que nos llevan sin ningún sentido los Kirchner y la inacción de la oposición. De no llegarse a un acuerdo entre Cobos y Reutemann, el “Lole” podría intentarlo por su cuenta, ya que es el que en mejores condiciones se encuentra como para encolumnar a gran parte del peronismo y convencer a los peronistas kirchneristas que crucen el puente al peronismo disidente sin temor a caer en el vacío.
No es que el acuerdo va a ser milagroso y se van a solucionar los gravísimos problemas que tiene el país, simplemente estamos hablando de evitar que todo vuele por los aires nuevamente y que millones de argentinos sigan cayendo en la pobreza sin necesidad. Es a los efectos de tener una transición conflictiva pero sin daños irreparables sobre gran parte de la sociedad, porque de otra manera lo que viene no solamente será muy doloroso sino que corremos el peligro de entrar en un proceso de anarquía de imprevisibles consecuencias.
Ello es así porque en la argentina se ha destruido casi por completo el principio de autoridad en todos los niveles, en la familia, en la escuela, en el trabajo, en los espacios públicos, en los sindicatos, la iglesia, los partidos políticos, en todos lados.
¿Qué más parecido a la anarquía que cuando un pueblo se zambulle en una profunda crisis económica y social sin confiar ni respetar a ningún tipo de autoridad?
Cobos y Reutemann pueden evitar el desastre total, pueden y deben evitarlo, es su obligación de dirigentes responsables y que pretenden ser presidentes. De no hacerlo, la anarquía por venir tampoco les dejará espacio para sobrevivir.
fuente: www.diariopanorama.com